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Ellas mandan: el liderazgo femenino en el gremio

Nora Wills | 19/04/2025 23:22 | noticias

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En un mundo digital moldeado por lógicas masculinas, las mujeres que lideran lo hacen a contracorriente. Y cuando lo logran, cambian las reglas del juego.


Durante años, el gremio mafioso de Habbo ha funcionado como un reflejo pixelado de las estructuras más tradicionales del poder. Familias jerarquizadas, códigos de honor, pactos de silencio, y una estética heredada directamente del cine: trajes oscuros, oficinas sombrías, cigarros virtuales, y la omnipresente figura del “Don”, ese jefe infalible que impone respeto más por el aura que por sus acciones. Todo, absolutamente todo, ha sido configurado desde una lógica masculina.


El poder, en este entorno, no solo se ejerce: se interpreta. Y en esa actuación, la masculinidad ocupa el papel principal.


Pero como en toda estructura rígida, cada tanto algo se rompe. Y por esa grieta, entran ellas.


La excepción que se convierte en faro


Hablar de liderazgo femenino en el gremio actual es casi sinónimo de un nombre: BlackHen. Desde hace cinco meses está al frente de Changretta, una familia con historia y presencia que, como muchas otras, tiene una mayoría de hombres en sus filas. Y sin embargo, ahí está ella. No como una figura decorativa ni como una líder “de transición”, sino como el centro real de mando y decisión. Y no solo lidera: inspira.


BlackHen ha demostrado que el poder no necesita replicar modelos duros para ser respetado. Que no hace falta levantar la voz ni recurrir al autoritarismo para mantener una familia en orden. Que se puede liderar desde la constancia, la escucha y la presencia. Y lo más importante: que una mujer puede estar al mando sin perder su voz, sin disfrazarse de otra cosa.


En un entorno tan masculinizado, que su familia la apoye, la motive y la acompañe es también una señal de cambio. Un indicio de que, cuando las estructuras lo permiten, las cosas se pueden hacer distinto. ¿La paradoja? Que hoy por hoy, es la única mujer liderando una familia activa en el gremio mafioso.


Sí. Leíste bien. Una.


La soledad del liderazgo femenino


Y no se trata de romanticismo, ni de crear mártires simbólicas. Se trata de hablar de realidades. Porque mujeres hay, muchas, y con capacidad de sobra. Pero no están en el poder. O no se les permite estar. O deben esforzarse el triple para alcanzar la mitad. O simplemente, se cansan antes de llegar, agotadas por la presión, los juicios y el eterno cuestionamiento.


El rol mafioso, como tantos otros espacios, aún arrastra una estructura que mira con lupa cada paso que da una mujer en el liderazgo. Mientras que a un hombre se le perdonan errores y se le aplauden decisiones arriesgadas, a una mujer se la cuestiona incluso por cómo saluda en Discord. Se espera que sea firme pero no “mandona”, cálida pero no “blanda”, estratega pero no “controladora”. Una danza imposible entre expectativas contradictorias.


Y aun así, ellas lo hacen.


Las que escriben desde los márgenes


Aunque el liderazgo directo esté en manos de pocas, hay otras formas de construir poder. Una de ellas es la palabra. Y en ese terreno, hay dos nombres que resuenan con fuerza: 1984: y pao591.


1984:, miembro activo de Colombo —la familia del legendario teku7, ha demostrado que se puede ser influyente sin necesidad de una placa que diga “líder”. Desde la trinchera del pensamiento y el análisis, ha trabajado codo a codo con pao591 en su propio medio de difusión, un espacio independiente que investiga, comunica y archiva lo que otros prefieren callar.


Pao, además, es parte de la Corleone Old House y del controversial Registro de Familias.. Ambas, desde lugares distintos pero con una convicción compartida, han sabido instalar temas, documentar historias, incomodar estructuras y recordar que el rol también se escribe.


No lideran familias, pero lideran debates. Y en este gremio, eso también es poder.


Lo que aún falta (y lo que ya no falta)


Lo preocupante no es que hoy haya pocas mujeres en roles de liderazgo: lo preocupante es que eso no nos escandalice. Que lo hayamos naturalizado. Que no nos sorprenda abrir un directorio de familias y ver puros nombres masculinos. Que incluso a las propias mujeres, a veces, se les haya convencido de que “eso no es para ellas”.


Pero lo esperanzador, lo realmente potente, es que las que están no se están yendo. Y las que llegan, ya no piden permiso. BlackHen, 1984:, pao591… son apenas algunas. Pero son. Y resisten. Y hacen ruido. Y abren camino. Aunque sea con una linterna en medio de una cueva que aún se piensa como masculina.


El final no es este


Quizás dentro de un tiempo este artículo ya no tenga sentido. Quizás llegue el día en que una mujer liderando una familia no sea noticia, ni excepción, ni rareza. Quizás, si todo va bien, este texto quede archivado como un testimonio de un tiempo viejo, de esos que dan vergüenza ajena releer.


Pero mientras tanto, sigamos escribiéndolos. Sigamos nombrándolas. Sigamos reconociendo a las que, en un mundo de hombres, se paran derechas y dicen: “acá mando yo”.


Porque no solo mandan.


También incomodan. También incomodan.


Y eso, en el gremio, es un acto de revolución.